Las profundidades marinas guardan verdaderas joyas reservadas a aquellas personas que se atreven a sumergirse en sus aguas para descubrirlas. Dentro del mar no sólo es posible encontrar extrañas criaturas, barreras de coral o restos de barcos hundidos sino también museos e incluso ciudades completas capaces de sorprender a los buceadores más experimentados. No te pierdas, a continuación, algunos de los lugares más increíbles del mundo bajo el agua.
Alejandría
Situada a orillas de la bahía de Abukir en Alejandría, fue sumergida entre los años 320 y 1303 d.C a causa de una serie de terremotos y maremotos producidos por la existencia de una falla submarina extendida de El Cairo a Sicilia.
La ciudad sumergida de Cleopatra no se trata de cualquier yacimiento arqueológico. Alejandría fue una de las grandes metrópolis de la Antigüedad fundada por el legendario Alejandro Magno en el 332 a.C. Aquí se encontraban dos de las maravillas del mundo antiguo, el faro y la biblioteca de Alejandría.
La excavación submarina de esta ciudad sumergida es una de las aventuras arqueológicas más interesantes de nuestra época. Gracias al trabajo de los investigadores, la ciudad poco a poco va viendo la luz tras más de dieciséis siglos de letargo.
Entre los hallazgos más llamativos se encuentran los restos del antiguo faro de Alejandría, enormes estatuas de personalidades de la época, obeliscos, efigies, monedas, objetos y los cimientos de importantes edificios como el palacio de Cleopatra.
Gradualmente, la ciudad sumergida comienza a salir a flote y su vieja gloria vuelve a ver la luz. Todo apunta a que el palacio de Cleopatra se convertirá en la nueva meca turística de Egipto junto a las afamadas pirámides.
Shicheng
El lago de las Mil Islas, al este de China, guarda en sus profundidades las ruinas de los antiguos pueblos que formaron parte de los condados de Chun’an y Sul’an.
Hacia mediados del siglo XX, el gobierno chino decidió sumergir este territorio para levantar una central hidroeléctrica que pudiese abastecer con agua grandes ciudades como Hangzhóu y Shanghái. Sin embargo, en la actualidad ya no cumple esta función y ahora se ha reconvertido en un destino turístico.
La temperatura del agua, entre los 10 y 20 grados centígrados, ha facilitado la buena conservación de las ruinas de Shicheng. Aquí se encontraba, hace siglos, una floreciente ciudad monumental y comercial que fue creada a comienzos del siglo III bajo el dominio de Sun Quan, fundador del reino Wu. En la actualidad es un lugar enigmático, con un aire fantasmal pero con mucho encanto.
Bucear en Shicheng es una experiencia espectacular. Hay agencias de Shanghái que organizan inmersiones pero es necesario acreditar un curso de submarinismo avanzado ya que se desciende a una profundidad de 25 metros.
Esta ciudad milenaria china yace entre peces y algas nos invita a conocer los elementos más icónicos de la cultura tradicional china, como los leones y los dragones tallados en sus muros así como la muralla que rodeaba la ciudad y los edificios de las dinastías Ming y Qing que aún se conservan.
Cancún
La costa caribeña de México es uno de los destinos más clásicos para el buceo. En las aguas que rodean Cancún, Isla Mujeres y Punta Nizuc se ubica el Museo Subacuático del Arte o MUSA, que tiene como objetivo demostrar la interacción entre el arte y la ciencia de la conservación del medio ambiente así como favorecer la colonización de la vida marina para recuperar los arrecifes naturales.
Este museo fue inaugurado en 2009 y desde entonces, las esculturas del artista Jason de Caires se han cubierto de algas que están creando una especia de arrecife, es decir un nuevo hábitat para los peces de la zona.
El Musa es ahora una de las mayores atracciones turísticas submarinas del mundo, con más de 500 esculturas permanentes de tamaño natural. Se puede visitar en inmersiones guiadas pero también en un barco panorámico (con ventanales en la bodega), apto para todas las edades, y en excursiones de snorkel.
El Titanic de Cabo de Palos
La reserva marina del Cabo de Palos, en la costa murciana (España), ha sido un punto estratégico para el tráfico marítimo desde la Antigüedad. Estas aguas han visto pasar embarcaciones fenicias, griegas y romanas que exploraban el Mediterráneo o se hundían en él. Es por ello que este lugar es uno de los más importantes cementerios de pecios del Mediterráneo, con más de 50 barcos reposando a pocas millas de la costa española.
Muchos de ellos naufragaron a causa de batallas o sencillamente, colisionaron contra los fondos rocosos y se hundieron accidentalmente cuando navegaban entre Italia y América. Entre los mas famosos están El Naranjito, Carbonero o Thordisa/Lilla, Stanfield y el Sirio, cuya singular historia que le ha valido el título de Titanic de los pobres.
El naufragio de este barco es la mayor tragedia en la historia de la navegación civil en las costas españolas. En agosto de 1906, el Sirio, vapor trasatlántico que cubría la ruta entre Génova y Buenos Aires, se aproximó demasiado al litoral cerca de las Islas Hormigas, frente a Cabo de Palos. y terminó encallando en el llamado Bajo de Fuera. Como consecuencia de la colisión, explotaron las calderas del barco y a partir de ahí se desató la tragedia. Hubo casi 500 muertos, a pesar de que los pescadores de Cabo de Palos consiguieron salvar muchísimas vidas. El naufragio conmovió a la sociedad de la época aunque como los pasajeros eran en su mayoría italianos pobres, no tuvo la repercusión del hundimiento del Titanic.
Los restos del buque reposan hoy en el Bajo de Fuera, reserva integral desde 1995 donde solo se permiten algunos tipos de pesca artesanal y la visita consiguiendo un permiso de la Consejería de Medio Ambiente de Murcia.
Italia
La costa norte del mar Mediterráneo es conocida por las hermosas playas que se extienden desde Italia a Francia pero pocos saben que entre las aguas Camogli y Portofino se esconde el denominado Cristo del Abismo, una estatua de bronce de Jesucristo que rinde homenaje a Dario Gonzatti, un célebre submarinista italiano fallecido en 1950 durante una inmersión.
Para homenajear su figura, el escultor Guido Galletti creó en bronce una espectacular estatua de 2’5 metros con las manos dirigidas hacia la superficie del mar para invitar a los submarinistas a la oración y la paz.
En el año 2000, el Cristo del Abismo se convirtió en un símbolo religioso muy querido para pescadores y submarinistas tras la bendición otorgada por el papa Juan Pablo II.
El Cristo del Abismo fue bendecido por el papa Juan Pablo II en el año 2000 y se convirtió en un símbolo religioso muy querido por los pescadores, los submarinistas y los turistas, que frecuentemente llegaban a este lugar para rezar. De hecho, el 15 de agosto se organiza una “procesión submarina” hasta la estatua con este fin.