Bosque de Oma, un bosque con arte

Una amiga que estudia arte me dice que lo del Bosque de Oma es una intervención. No se mucho del lenguaje artístico, pero tal vez a mediados de los ’80, cuando Agustín Ibarrolla creó este sitio tan especial, esa palabra no se usaba.

Descubramos hoy este genial destino en el País Vasco y si estamos pensando en hacer un viaje por España este verano… ¿qué tal visitarlo?

Bosque de Oma

Es una creación artística del pintor y escultor Agustín Ibarrola. En euskera se lo conoce como Omako basoa y es un pequeño bosquecito cuyos árboles están decorados, tienen colores, que permiten, según el sitio desde donde te detengas observar, efectos y figuras geométricas distintas, tanto de animales como de personas.

Agustín Ibarrola es un artista de 89 años, oriundo de Vizcaya, cuya carrera artística decantó al comienzo por el constructivismo. En los años ’60, agitados años políticos, él tuvo mucho actividad, era comunista, y así fue encarcelado en varias oportunidades. Nunca dejó de pintar y esta década lo fue llevando hacia la pintura social. Ya en los años ’80 comienza con las obras que se reconocen bajo el nombre de «bosques».

Dentro del  vocabulario artístico lo que hizo con el bosque de Oma cae dentro del Land Art, la intervención de espacios naturales. Este bosque está dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, en una hermosa zona en la desembocadura del río Oka, en la comarca de Busturialdea. Tiene unos 220 kilómetros cuadrados y es muy rica ecologicamente hablando. Aquí está el simple y colorido bosquecillo.

Ibarrola pensó el bosque de Oma como ejemplo de la íntima relación entre el hombre y la naturaleza. También se lo conoce como Bosque Animado y su creación se dio en la primera mitad de la década del ’80. Hay un total de 47 obras de arte entre árboles pintados y rocas. Verás cabezas de animales de colores, arco iris, motoristas, ojos, niños, líneas horizontales, líneas verticales, curvas y diagonales, todo de múltiples y fuertes colores.

Para llegar al bosque solo debes seguir la ruta hacia la Cueva de Santimamiñe. El acceso a la cueva y al bosque están en el mismo punto. El Bosque de Oma está muy cerca del estacionamiento de Lezika – Basondo que es donde puedes dejar el coche si tienes uno. Caminando tienes unos 45 minutos hasta llegar al bosquecito, y por suerte desde mitad del recorrido ya el terreno comienza a ser descendente y te cansas menos.

Una vez en el bosque hay un sendero que lo cruza por la mitad y que te deja en el riachuelo. Desde aquí puedes regresar a Basondo por el valle o internarte en el mismo, que de por sí es un sitio precioso.

Las pinturas en azul, rojo, verde, naranja, blanco y amarillo están por todas partes, la mayoría de los arboles decorados son pinos, y según te pares en un sitio u otro la visión es distinta. De hecho, en algunos casos la obra solo es visible desde un solo punto de observación que por suerte está marcado con una placa amarilla en el suelo. Y a veces, desde algún sitio, lo que parecen figuras individuales, cobran vida como un colorido conjunto.

Además de eso, podemos sumar que la hora del día en la que hagas tu visita aportará también lo suyo: no será lo mismo ir al mediodía con el sol sobre tu cabeza que por la tarde, un día de invierno, con sombras, niebla o creciente oscuridad.

Para hacer un recorrido completo calcula unas siete horas pero si no te quedas mucho contemplando e interpretando las obras lo haces en mucho menos. Un par, tal vez. Pero es que el bosque está en la reserva y es un sitio muy hermoso para solo verlo de pasada. Y siempre puedes pasar el día entero al aire libre, salir por la mañana, al almorzar y pasar la tarde.

Si quieres comer en un restaurante puedes hacerlo en el Restaurante Lezika, a solo cien metros de la zona de estacionamiento. Funciona en una casa típica de piedra y balcón de madera y en primavera y verano tiene decenas de flores por todos lados. No solo puedes almorzar, a la tarde también puedes comer algún bocadillo, algún sándwich, y disfrutar de cerveza y zumos helados.

Hablamos más arriba sobre la Cueva de Santimamiñe y es que no puedes visitar el Bosque de Oma y dejar pasar la oportunidad de conocerla. Es el sitio arqueológico más importante del País Vasco y fue descubierta en 1916, sobre la ladera sur del monte Ereñozar.

Los restos de asentamientos humanos encontrados aquí dentro se calcularon en 14 mil años y hay también pinturas rupestres de aproximadamente la misma edad. Se ven distintos animales y figuras, entre ellos siete cápridos, seis caballos, 32 bisontes, un ciervo y un oso. ¡Maravilloso!

La cueva forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2008. están cerradas al público desde 2006 (tras cien años de visitas ininterrumpidas), pero como dijimos más arriba hay visitas especiales y guiadas que duran hora y media y que incluyen la entrada a la ermita de San Mamés que funciona hoy como centro de interpretación y visita virtual.

Mientras la visita al Bosque de Oma es libre y gratuita la visita a la cueva es con guía. Todo se concreta en la ofician de turismo local y conviene hacerlo para saber los horarios. El punto de salida de la visita es la propia oficina, pero lamento decirte que solo conocerás la zona conocida como vestíbulo ya que la parte donde están las pinturas rupestres está cerrada para que no se deterioren. De todas maneras hay un recorrido virtual en 3D que es fantástico.


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