Al norte del estado de Schleswig-Holstein, el más septentrional de Alemania, se encuentra la encantadora ciudad de Flensburg, al fondo de un fiordo del Báltico. Una ciudad alemana pero con alma danesa. De hecho, la frontera con Dinamarca está a solo un par de kilómetros y en sus calles el idioma y las tradiciones de este país escandinavo están presentes en todas partes.
Una ciudad pequeña pero llena de encanto, con un acogedor puerto y casas con fachadas al estilo escandinavo. En pocas palabras, lo más parecido a Dinamarca que vamos a encontrar viajando por tierras germanas. De hecho, esta ciudad y otras de esta región formaron parte del reino danés durante siglos. La huella, como ves, persiste.
Si viajas en verano podrás disfrutar del ambiente marinero del barrio portuario donde tienen lugar diversas competiciones de vela, más modestas que en las vecinas ciudades de Kiel y Lübeck, pero llenas de encanto y seguidas por mucha gente. Incluso en los días más calurosos sopla viento frío aquí, aunque no es mala idea refugiarse en el Museo del Astillero, un lugar donde aprenderemos muchas cosas.
Obviamente el invierno es todavía más duro, aunque bien abrigados podremos pasear por las calles del centro y salir de compras por la principal arteria comercial y peatonal: el Holm. Si tienes la suerte de visitar Flensburg en la época de Adviento te toparás con uno de los mercadillos navideños más originales de Alemania, decorado al estilo escandinavo y donde podrás degustar las delicias típicas danesas además de las clásicas del resto del país.
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Imágenes: flensburg.de