La gastronomía de Francia

Francia tiene una gastronomía legendaria, más que dispuesta a recibirte y a que la degustes. Desde la más fina pastelería hasta un simple y rústico sándwich con mantequilla y jamón a la vera del Sena la variedad es infinita.

Viajar a Francia y no disfrutar de su cocina es un pecado que esperamos, sinceramente, no se te ocurra cometer. Si no estás muy enterado de la oferta entonces no te pierdas este artículo sobre la variada y siempre sabrosa gastronomía de Francia.

La gastronomía francesa

Los grandes protagonistas son el vino y el queso, ambos con orígenes medievales, pero naturalmente hay mucho más. La cocina medieval francesa tuvo grandes influencias italianas pero ya en el siglo XVII comienza a despegar de manera más personal, y en algún momento del siglo XX las variadas cocinas regionales francesas confluyeron en lo que hoy se conoce internacionalmente como la cocina francesa, exportando en el camino platos y sabores.

Tanto es así que la UNESCO (Organización Educativa, Científica y Cultural de las Nacional Unidas) sumó a la cocina francesa a su lista de patrimonios culturales intangibles en 2010. Lo cierto es que cada región aporta sus propios ingredientes y métodos de cocción, lo mismo cada temporada del año y cada comida del día, sea el desayuno, el almuerzo o la cena. A eso sumemos las bebidas, los chefs y los restaurantes. Es la mejor ecuación.

Qué comer en Francia

A mí me gusta ir al supermercado y comprar de todo, dulce y salado. Los quesos son maravillosos, incluso los del super, y cuando cae la tarde un té o café con pastelería francesa es el mejor plan. Pero claro, siempre hay platos especiales que todos recomiendan probar así que aquí vamos.

Puedes comer una cassoulet, en especial si vas en invierno. Se trata de una especie de guiso que tiene judías blancas, salchicha y cerdo confitado. Es un plato típico del sudoeste del país, entre Carcassonne y Toulouse. Hay variaciones y así hay zonas en donde se le agrega hongos o carne de pato, pero si andas por esa parte de Francia lo verás en los menúes.

Dentro del mismo estilo un clásico de clásicos es el bourguignonne de carne: un guiso con vino que es exquisito.

El foie gras no es otra cosa que un sabroso paté que es exquisito untado sobre pan. El hígado de los patos que a la postre es el paté proviene de animales alimentados con buenos granos durante semanas porque el objetivo final es que engorden hasta diez veces su tamaño regular. Esto ha traído ciertas protestas por parte de los ambientalistas y se entiende, ¿no es cierto? Pero el foie gras sigue elaborándose…

Los caracoles son otro plato clásico pero no apto para todos los estómagos. No para el mío, dado el caso. Se trata de los escargots, caracoles cocinados con perejil, ajo y mantequilla que se sirven con su caparazón y su utensilio específico para retirar el bicho y degustarlo. Los mejores caracoles provienen de Borgoña y su elaboración, aunque tiene pocos ingredientes, no es sencilla.

Los bichos son alimentados con hierbas limpias y se lavan muy bien antes de pasar a la olla donde los espera un mar de mantequilla, ajo y perejil. Todo el proceso lleva tres días así que el precio no es barato. Supongo que hay que animarse porque el sabor del perejil y el ajo es lo más pero…

Si estás más para la hamburguesa no es necesario terminar en una cadena de comidas rápidas. Puedes probar la boeut tartare, una hamburguesa rústica elaborada con carne de muy buena calidad que se mezcla con muchas especias, a mano, para que todo tome buen sabor. Se sirve con patatas fritas, la combinación perfecta.

Por supuesto hay quesos para todos los gustos. Mi favorito es el Camembert, lo puedo comer todo el día sin importar que mi refrigerador huela a podrido días enteros. Hay quesos duros, blandos, especiados, de leche de vaca, de leche de cabra… ¿Te suena el nombre de ratatouille? Bueno, es una mezcla de verduras en rodajas, una suerte de guiso, pero el sabor dependerá del cocinero. A mi entender, nada excepcional.

Las patas de cerdo son un plato raro pero los franceses han sabido aprovechar siempre todo este animal como para dejar las patas fuera. Si bien las patas se comen en muchos otros países en Francia son bastante populares. Se cocinan lentamente para lograr que la carne se ablande mucho y quede algo gelatinosa. Es algo sucio para comer, eso sí, pero la idea es llegar hasta el mismo hueso.

Siguiendo con los animales en Francia se come la lengua de vaca, la langue de boeuf, fileteada, y el estómago que se cocina a fuego bajo por mucho tiempo con vino blanco e hierbas. La cabeza de la becerro también se incluye en la cocina francesa, o mejor dicho, el seso. Se lo conoce como tête de veau y suele servirse con una salsa hecha con yema de huevo, aceite y mostaza llamada gribiche.

Si la lengua, el estómago y el seso no te parecen suficientes, ¿qué tal el páncreas? Este plato se llama Ris de veau y se prepara primero pasándolo por harina y mantequilla para mezclarlo al final con un buen puñado de hongos.

Los intestinos del cerdo también se comen aquí bajo el nombre de andouillette. Tienen un aroma bastante fuerte y un sabor dulce. Dicen que el mejor sitio para degustarlos es Lyon y se sirven con cebolla confitada. Otro plato delicado para los sentidos es el couilles de mouton, los testículos de la oveja. Suelen pelarse, dejarse en agua fría por unas horas, rebanarse y grillarse con limón, vino blanco y perejil. Son dulces, suaves y nada baratos.

¿Qué tal si pasamos ahora a platos igual de franceses pero menos raros y más sabrosos?  Hablo de los macarons, las croissants, los crepes y las baguettes.  Los macarons son esas delicias coloridas, suaves y dulces rellenas de cremas de distintos sabores. Hay pastelerías especializadas en ellos y sus creadores son verdaderos artesanos en esta técnica que cuesta bastante aprender. Los croissant son estupendos y para mí no existe el desayuno sin ellos y en cuanto a los crêpes se venden por todas partes y de todos los sabores, desde con mantequilla y azúcar hasta con Nutella.

La baguette es un icono de Francia. El pan es delicioso y el acompañamiento perfecto para una buena porción de queso gruyer, Camembert o brie. Un buen sándwich a la vera del Sena, untado con mantequilla y jamón no puedes dejarlo en el tintero.

Finalmente, algunos consejitos: prueba la comida de la estación en la que vayas de viaje pues aseguras buenos sabores y buenos precios. Si ves gente en un restaurante o en un puestito, prueba allí que seguro por algo hay gente esperando. No dejes de comprar en el super que vas a conseguir productos muy buenos. Si comes fuera prueba primero con el menú y obvio, si alguno de los platos raros que acabo de nombrar atrajo tu atención…. ¡no lo dudes! ¡Coraje!»


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