Tres islas misteriosas repartidas por Europa

En alguna ocasión todos hemos soñado con viajar a un lugar exótico y enigmático que nos haga transportarnos a otro mundo alejados de nuestra rutina. Un pueblo entre montañas, una playa paradisíaca, una isla misteriosa… Precisamente las ínsulas tienen ese encanto especial que les da el hecho de ser porciones de tierra rodeadas de agua donde el ser humano no ha dejado su huella, sobre todo si se trata de islas poco pobladas.

A continuación te traemos tres islas misteriosas cuyos encantos te cautivarán por diferentes motivos y querrás aprovechar los primeros días de vacaciones que tengas para conocerlas.

Tenerife

Playa de Benijo

España es un país de constrastes que ofrece a los visitantes numerosos lugares que conocer. Nada tiene que ver el verdoso y lluvioso norte con el cálido y árido sur. En pleno océano Atlántico y frente a las costas africanas se encuentra Tenerife, una isla que por su carácter volcánico, por su latitud cercana al Ecuador y por el paso de los vientos alisios por ella hace que tenga unas condiciones únicas para la presencia de unos paisajes irrepetibles, lo que supone un misterioso atractivo de primer nivel para los turistas.

Su aislamiento respecto a la península Ibérica ha dado lugar a especies vegetales y animales endémicas y a un clima tan suave y sin cambios bruscos que a llevado a las Islas Canarias a ser bautizada como islas de la eterna primavera.

Estas características han convertido a Tenerife, en un centro de atención de los amantes de la naturaleza. De hecho, la mitad de la extensión de la isla está destinada a la preservación de la naturaleza pues alberga un parque nacional, uno natural, dos rurales, varias reservas especiales e integrales, paisajes protegidos, monumentos naturales y lugares de interés científico. De este modo, se puede asegurar que el paisaje natural del entorno tinefeño no ha sido sometido a la acción del ser humano. Algunos de estos lugares que merecen una visita son el Parque Nacional del Teide, el Parque Natural de Corona Forestal, el Monumento Natural del Barranco de Fasnia y Güímar o la Reserva de El Pijaral, entre otros.

Tenerife es una isla perfecta para practicar ecoturismo y turismo deportivo como hípica, buceo, pesca, caza, surf, windsurf, etc.

Kluntarna

Imagen| Tripadvisor

En el archipiélago de Lulea, Suecia, se ubica la misteriosa isla de Kluntarna. Un terreno de pequeñas dimensiones, de 1,3 km2, en el que el turismo es principalmente local. Aquí los visitantes pueden conocer pequeñas construcciones con piedras que datan del siglo XV que parecen laberintos y que los científicos atribuyen a los cazadores y pescadores autóctonos para solicitar buena suerte en su labor. Todos tienen la misma forma aproximadamente y se piensa que esta costumbre surgió en los países escandinavos. A medida que se repoblaban nuevos territorios, la costumbre se expandía hasta llegar a lo que conocemos como Laponia sueca actualmente.

En Kluntarna se pueden hacer rutas para conocer mejor toda la isla: sus paisajes (aguas movedizas, hierbas altas, piedras volcánicas) y construcciones como la torre de observación o las casitas que llenan la isla, las cuales resultan misteriosas.

Skellig Michael

Imagen| Skellig Islands Valerie O’Sullivan

Convertida en el escondite de Luke Skywalker en ‘El Despertar de la Fuerza’, Skelling Michael forma parte del condado irlandés de Kerry y se ubica a unos 12 kilómetros del pueblo de Portmagee y a ella se llega en barco desde ese municipio, desde Valentia o desde Ballinskelligs.

Esta misteriosa y abrupta isla tiene un significado histórico y religioso es especialmente importante pues desde el año 1400 a.C se tienen referencias históricas sobre la misma e incluso se la nombra en las leyendas de Irlanda.

Además del refugio del famoso jedi, Skelling Michael nos permite vislumbrar la vida de una comunidad de monjes que se trasladó aquí. Se piensa que los asentamientos de estos religiosos, unas cabañas de piedra con forma de colmena, ubicados en la cima de la isla, datan del siglo VI y bajaban hasta el mar para abastecerse de pescado y otros víveres.

Teniendo en cuenta su situación aislada, Skellig Michael se convirtió en presa de los ataques vikingos y los monjes finalmente tuvieron que trasladarse hasta Ballinskelligs.

En la actualidad, estas cabañas resisten al paso del tiempo y los visitantes pueden llegar hasta ellas subiendo 600 escalones. Desde la cima, a unos 218 metros del océano Atlántico, tienen unas vistas impresionantes y una experiencia única.


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