Bajo las verdes colinas de Waitomo (Nueva Zelanda) yace un laberinto de cuevas, simas y ríos subterráneos que se pueden recorrer a pie o en bote. Se originaron por la presión que ejercieron las corrientes subterráneas sobre la piedra caliza blanda durante miles de años y como resultado se crearon impresionantes estalactitas y estalagmitas.
Si te gusta la aventura, te recomendamos que vivas la experiencia de navegar a lo largo de las cuevas de Waitomo o las recorras desde su interior descendiendo a la oscuridad en rápel o tirolesa. Cualquiera que sea la opción que elijas, seguro que te parecerán una maravilla de la naturaleza.
El nombre de la zona proviene de las palabras maoríes «wai» (agua) y «tomo» (hoyo). La cueva contiene tres diferentes niveles vinculados por el Tomo, un eje vertical de 16 metros de piedra caliza. El segundo nivel suelen cerrarlo cuando hay masificación de visitantes por la acumulación de monóxido de carbono que es muy tóxico.
El último nivel, llamado «La Catedral», es un área cerrada de 18 metros de altura con una gran acústica en la que se realizan paseos en barca por el río subterráneo.
Las cuevas de Waitomo son muy conocidas porque dentro anida la arachnocampa luminosa o Glow Worm, una especie de mosquito único en Nueva Zelanda que brilla en la oscuridad para atraer a sus presas. Miles de estas pequeñas criaturas irradian su brillante luz dando a esta cueva una atmósfera onírica.
Waitomo es un pueblo pequeño que cuenta con algunas tiendas y numerosos alojamientos. Se puede acceder fácilmente a esta zona por carretera desde Auckland (3 horas), Rotorua (2 horas) o Hamilton (1 hora).