Castillo de Pau
Situada a un centenar de kilómetros del Océano Atlántico y a medio de los Pirineos, la ciudad de Pau, en Francia, cuenta con la situación perfecta para que disfrutes tanto del mar como de la montaña. Fue la capital del antiguo Estado semi-independiente de Bearn y, en consecuencia, también posee mucha historia de la cual han quedado numerosos monumentos que disfrutarás visitando la localidad.
A todo ello debes añadir las ventajas de una ciudad tranquila (tiene unos setenta y siete mil habitantes) y una magnífica gastronomía. Con ello, tienes todos los ingredientes para animarte a visitarla. Si aún tienes dudas, te diremos que el escritor romántico Alphonse de Lamartine dijo de ella: «como Nápoles tiene la mejor vista del mar, Pau tiene la mejor del mundo de tierra».
Índice
Qué ver en Pau: monumentos y mucho más
El gran símbolo de Pau es su precioso castillo medieval, con sus paredes blancas y sus tejados oscuros en pico. Constituye una de las fortalezas más impresionantes del sur de Francia y además guarda muchos pasajes de la historia de ese país.
Entre estos, la formación de un estado casi independiente en Bearn liderado por Gastón Fébus en el siglo XIV. Pero también que fue residencia de los monarcas navarros en el Renacimiento y, sobre todo, que el Rey Enrique IV de Francia nació en sus dependencias. Actualmente, el castillo alberga un magnífico museo de tapices.
Imagen de la plaza Clemenceau
El otro gran símbolo de Pau es el bulevar de los Pirineos, que une el castillo con el palacio de Beaumont, una joya neoclásica del siglo XIX. Es una de las principales calles de la ciudad, pero su mayor valor reside en las extraordinarias vistas de los Pirineos que puedes apreciar desde sus miradores. Además, en el bulevar se encuentra el Ayuntamiento y la fuente de Vigny, otro de los emblemas de la localidad. Igualmente, en él hallarás el funicular, que tiene más de cien años y lleva directamente hasta el parque Tissié.
Junto a las anteriores, también debes visitar en la ciudad francesa la casa natal de Bernardotte, gran mariscal de la era napoleónica que llegó a ser Rey de Suecia y Noruega. En ella encontrarás un museo dedicado a su figura.
No es el único que hay en Pau. La localidad también cuenta con un museo de Bellas Artes y otro Memorial de los Paracaidistas. No obstante, más curioso aún te resultará, sobre todo si eres aficionado al ciclismo, el llamado Tour des Geants. Se trata de una magnífica exposición al aire libre sobre la gran prueba ciclista francesa (Pau es la tercera ciudad de Francia que más veces la ha recibido).
Finalmente, debes dar un paseo por el barrio de Trespoey, donde hay preciosas mansiones edificadas por ingleses que se instalaron en la zona a fines del siglo XIX. Entre ellas, las villas de Saint-Basil, Navarre, Nitot o San Carlos.
Qué comer en Pau: el gusto culinario francés
La gastronomía de Pau, en Francia, es una perfecta muestra de la cocina gala por su elaboración. Pero suma a ello las materias primas locales. Por ejemplo, el magnífico vino de Jurançon que, según la leyenda, probó el Rey Enrique IV el día de su nacimiento.
Imagen del garbure
Uno de los platos más típicos de Pau es la poule au pot, una receta de gallina guisada que se elabora, justamente, para conmemorar el nacimiento de ese monarca. Parecido es el coq au vin, un estofado de gallo que se prepara con vino.
Por su parte, el hachis parmentier es un plato de carne picada y puré de patata gratinados; el pot-au-feu consiste en un exquisito guiso de buey con verduras y la garbure es una sopa tradicional del Bearn.
No obstante, si prefieres comer en plan de tapas, menos formalmente, te recomendamos el Pass Gourmand, que ofrece Pau Pyrénées Tourisme. Es un bono que te permite ir recorriendo los mercados de la ciudad probando los artículos gastronómicos que elaboran los artesanos locales.
El clima en Pau: la mejor época para visitar la ciudad
La localidad Bearnesa presenta un clima oceánico con inviernos generalmente suaves. No obstante, la cercanía de los Pirineos hace que, en ocasiones, las temperaturas bajen hasta los diez grados bajo cero. Otro fenómeno climatológico peculiar en esta estación es el viento foehn, cuya llegada eleva los termómetros hasta casi los veinte grados. Pero, cuando desaparece, suele nevar.
Por su parte, los veranos son cálidos, con temperaturas que se sitúan entre los veinte y los treinta grados. Muy raramente se supera esta última cifra. En cuanto a las precipitaciones, son bastante elevadas, de unos 1100 mm por año.
Imagen del funicular de Pau
Todo ello configura un clima templado y relativamente húmedo, pero bastante agradable en general, pues hay aproximadamente 1850 horas de sol por año. A la vista de estas características climatológicas, las mejores épocas para que viajes a Pau son la primavera y el verano, especialmente en los meses de junio, julio, agosto y septiembre.
Cómo llegar a Pau
La ciudad francesa cuenta con un aeropuerto internacional, el de Pau-Pirineos, que está a siete kilómetros de ella. Por tanto, puedes viajar en avión. Pero también puedes usar el ferrocarril. Por ejemplo, hay una línea desde Barcelona, aunque se desvía por Toulouse. Y lo mismo puede decirse de las rutas de autocares.
Por otra parte, moverte por la ciudad bearnesa es fácil. Hay varias líneas de transporte urbano que la cubren por completo. Así mismo, tienes un servicio de alquiler de bicicletas que funciona muy bien. No obstante, Pau tiene cuestas bastante pronunciadas por lo que deberás estar en forma para usar este medio de transporte.
En conclusión, Pau, en Francia, es una ciudad llena de encantos que merece una visita. Tiene un maravilloso patrimonio monumental, unos paisajes de ensueño y una excelente gastronomía. Además, está más cerca de lo que crees.
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