A la hora de planear la visita a una ciudad uno puede hacer dos listas: la lista de las atracciones turísticas más populares y la de las atracciones turísticas más extrañas. Mi viaje ideal es mezclar ambas listas, de esta manera la visita se vuelve más personal y no terminas viendo lo que todo el mundo.
Tokio, capital de Japón, es una ciudad estupenda. Algunos la describen como un pueblo grande más que como una ciudad: hay espacios abiertos y callejuelas sin nombre donde uno, extranjero, puede perderse. Parece como si la ciudad nos expulsara de sus espacios más secretos, de su intimidad, pero no nos daremos por vencidos. He aquí una lista de las estatuas más grandes y populares de Tokio, antiguas y modernas, que en ocasiones y a pesar de su tamaño no son fáciles de encontrar en las calles de la capital japonesa.
Maman-san
Este es el nombre de la muy espeluznante y enorme escultura con forma de araña que adorna los alrededores del Museo de Arte Mori. Fue esculpida por Louise Bourgeois en el año 1999 y está realizada en acero, bronce y mármol. Se trata de una de las esculturas más grandes del mundo, mide poco más de nueve metros de alto, y parece sacada de una película de ciencia ficción.
Louise Joséphine Bourgeois fue una escultura franco-americana que murió en 2010 a los 99 años. Se la conocía como la Mujer Araña por estas esculturas que comenzaron a poblar su arte en los años ’90. La araña, titulada Maman (maman es madre, en francés), apareció por primera vez en Londres, en la Tate Modern, y se hicieron luego algunas réplicas. Una de ellas es la que vemos en Tokio.
La escultura tiene 26 huevos de mármol en el interior del tórax de bronce y representa la fortaleza de la madre de la artista, que reparaba tejidos y tapices en París, que hilaba cual araña, y que murió cuando ella tenía 21 años. La Maman de Tokio es intimidante y va de la mano con Tokio pues a esta ciudad, desde Gozdilla y sus monstruos, le quedan muy bien los seres infernales.
Gundam
Si te gusta el cómic y la animación japonesa (manga y anime, en japonés), y vas a Tokio, no puedes perderte el gigante de Gundam. Gundam es una obra de ciencia ficción, de guerra, que relata el enfrentamiento entre distintos bandos que utilizan en sus peleas robots gigantes. Si hay algo que los japoneses adoran son estos robots y Gundam es una serie muy clásica. Los robots se llaman Mobile Suits y la primera serie data de fines de los años ’70 pero hay varias secuelas.
Hay un Gundam gigante en la isla artificial de Odaiba, en la Bahía de Tokio. La isla es hoy un popular destino de compras y entretenimiento, pero antiguamente había fuertes y demás defensas para protegerse de invasiones extranjeras y barcos americanos que querían forzar la apertura al comercio internacional de Japón (siglo XIX). Mucho tiempo después los japoneses unieron las islitas en islas más grandes y se rellenó el terreno convirtiendo la zona en un paisaje urbano y futurista.
La estatua del Mobile Suit Gundam mide más de 20 metros de alto, un edificio, y está realizada con una escala de 1:1. Está de pie frente al centro comercial Diver City Tokyo y es el corazón de una atracción llamada Gundam Front Tokyo que funciona en el piso sexto del centro comercial y que incluye un teatro de 360 º, una exposición de otros modelos de Gundams y dibujos, bocetos y demás cosas de la serie.
El Buda de Kamakura
Esta es una estatua también muy grande, una de las estatuas de bronce más grandes del mundo. Kamakura es una de las visitas obligadas desde Tokio. Está al sur de la ciudad, a poco más de una hora en tren bala. Hay muchos templos con tesoros culturales, pero sin dudas la estatua del Buda gigante es maravillosa. Es de bronce y originalmente estaba cubierta con hojas de oro, aunque ya de ese dorado baño nada le queda y solo se atisba alrededor de las orejas.
El Buda de Kamakura data del año 1252 y tiene poco más de 13 metros de alto. Es hueca por dentro y a fines del siglo XV, mientras los europeos redescubrían América, un tsunami arrasó el templo que rodeaba y cubría la estatua y la decisión fue no construirlo de nuevo y dejar la estatua al aire libre. Así está desde entonces.
Hachiko, el perro fiel
Sobre este perro encantador hay dos películas, una japonesa y una americana protagonizada por Richard Gere. Ambas emocionan. Hachiko fue un perro de verdad pero hoy solo queda la historia y la estatua que está en la Estación Shibuya. Cuenta la historia que Hachiko esperó fielmente a su dueño durante nueve años. Hidesaburo Ueno era un profesor que trabajaba en la Universidad de Tokio y su perro de raza Akita solía esperarlo a la salida del tren.
Un día el profesor murió estando en el trabajo, en 1925, y nunca regresó. Hachiko continuó esperándolo, día a día, año a año, durante nueve años en total, hasta que murió en 1935, en una calle, yendo rumbo a la estación. La lealtad del perro despertó simpatía y se volvió un icono de Japón. La primera estatua de Hachiko se alzó en 1934, sí, antes de la muerte del perro, pero debió ser fundida durante la Segunda Guerra Mundial cuando se necesitaron metales para la industria bélica.
Cuando la guerra terminó las autoridades de Tokio le encomendaron al hijo del escultor original la construcción de otra escultura, y es esta estatua la que está en la estación desde 1948, en la Salida Hachiko precisamente. Hoy es un sitio de encuentro super popular entre los tokiotas y no faltan turistas que se acercan a tomar fotos. Además, cada 8 de abril tiene lugar una pequeña ceremonia en memoria del fiel perro. Y si lo pensamos bien, su fama trascendió las fronteras y encandiló a la industria de Hollywood.