República Checa tiene una centenaria historia y eso la convierte en un gran destino turístico para quienes aman la historia, el arte y la cultura. La antigua Bohemia un día se convirtió en propiedad de los poderosos Habsburgo y de la mano de los soviéticos comunistas integró Checoslovaquia hasta 1993 cuando finalmente logró su independencia.
Fue entonces, allá por los ’90, cuando el turismo empezó a llegar a Praga con mayor intensidad pues la Cortina de Hierro se había empezado a oxidar para siempre. Las maravillas checas empezaban a ser conocidas por más y más gente y redescubrir este lado del mundo fue en aquella época el mejor viaje del mundo. Pero Praga no es el único lugar que hay que conocer y si estás en la capital hay otras tres ciudades para visitar: Pilsen, Ceské Budejovice y Frantiskovy Lázne.
Visitar Pilsen desde Praga
Pilsen o Plzen fue la Capital Europea de la Cultura el año pasado y sí, el nombre tiene que ver con el tipo de cerveza pilsen que todos conocemos. La tradición cervecera se remonta al siglo XIII cuando a la gente del pueblo se la autorizó a elaborar cerveza en sus casas.
Se trata de la cuarta ciudad más grande del país, está al oeste de Bohemia y se fundó en la confluencia de cuatro ríos de la mano del rey Wenceslao II en 1295. Por su ubicación fue rápidamente una ciudad importante, con un nivel económico y cultural muy importante. Hay edificios de arquitectura gótica, renacentista, barroca y muchos del siglo XIX. Cuando la elaboración de la cerveza se hizo realmente importante se montaron fábricas que todavía hoy funcionan.
Pilsen está a unos 90 kilómetros de Praga y puedes llegar en tren. Los trenes parten cada hora de la capital. A su vez Pilsen tiene un sistema de transporte integrado, el IDP, que permite con un solo ticket moverse por todo el sistema. Hay distintas «zonas» y el valor del ticket depende de la zona por la que te muevas. Como turista lo mejor es alquilar una bici.
Una vez allí un paseo por el casco histórico es la obligación, hacer algún tour por la Destilería Pilsner Urquell, salir de bares obvio, conocer la Catedral de Pilsen, la Sinagoga y los museos y con buen clima hay que disfrutar de los bosques y los ríos que la ciudad tiene alrededor.
¿Quieres bañarte en cerveza? Puedes hacerlo en la destilería Purkmistr, una empresa que ofrece servicios de spa y masajes a base de cerveza. Los baños de cerveza cuestan 27 euros y son para grupos de hasta 16 personas. ¿Te apuntas?
Visitar Frantiskovy Lázne desde Praga
Esta ciudad es un balneario o ciudad -spa que está más cerca de a frontera con Alemania, a solo dos horas de viaje en tren desde Praga. Es una ciudad más pequeña que Pilsen pero hermosa y ha sido destino de descanso durante siglos.
Tiene unas termas cuyas aguas son ricas en minerales y se conocen desde el siglo XV. Así, a fines del siglo XVIII se fundó la ciudad con el nombre de Kaiser Franzensdorf o Franzensbad y cobró todavía más fama entre la nobleza. En su mejor momento hubo 24 termas minerales en actividad aunque hoy un poco menos. Era un destino muy querido por el mismo Goethe, tanto que decía que era el «cielo en la tierra», por Johann Strauss, Kafka y Beethoven, entre otros.
Es un sitio arquitectonicamente hermoso, con muchos edificios neoclásicos, parques elegantes y casas pintadas con colores pastel. Si tienes tiempo mi consejo es que recorras cinco kilómetros más, no es nada, y te acerques a conocer Cheb, otro pintoresco pueblo donde las casas son todas de madera. Está rodeado de paisajes montañosos enigmáticos, integrados a una reserva natural donde quedan volcanes de lodo como reliquias de la actividad volcánica que alguna vez hubo por aquí.
La reserva se llama Soos y hay páramos con lagos y aguas que contienen dióxido de carbono gaseoso y minerales. Un verdadero paisaje prehistórico que se recorre por un sendero didáctico que te mete de lleno en los pantanos sobre unas plataformas angostas de madera. Visitas el parque geológico y hay un museo que versa sobre la historia de la Tierra y la Naturaleza con réplicas de animales prehistóricos de tamaño natural.
El balneario Frantiskovy Lazne es el lugar para mimarse un rato: 20 manantiales fríos, con gases medicinales y turba natural. Dicen que son buenos para los problemas femeninos, la esterilidad, las afecciones cardiovasculares y los problemas locomotores. Ver para creer, pero mimarse un rato no viene mal. Y si vas con niños y es verano puedes visitar el Aquaforum: el pase familiar de dos adultos y dos niños cuesta apenas 18 euros. ¡Una ganga!
Viaje a Ceské Budejovice desde Praga
Está al sur de Bohemia y es una ciudad importante en la región. Fue fundada por el rey Ottokar II y sus primeros pobladores fueron traídos desde la Alta Austria, desde el Bosque Bohemio. Si bien en el pasado había muchos pobladores alemanes, como en las otras dos ciudades que nombre más arriba, las cosas cambiaron radicalmente después de la Segunda Guerra y hoy son casi todos checos.
Ceské Budejovice también es una ciudad que vive de la cerveza. La destila desde el siglo XIII y supo ser la destilería imperial del sacro Emperador Romano. Es la elaboradora de la budweiss original, la que la marca americana empezó copiando, así que probarla en algún bar o restaurante es nuestro deber como visitantes. La Destilería Budvar ofrece buenas visitas guiadas que cuestan 4 euros y puedes recorrer un mini museo con filmes y exhibiciones especiales.
La ciudad tiene muchos edificios históricos de distintos estilos, barrocos, renacentistas, góticos. El Ayuntamiento con sus gárgolas de bronce, el Convento Dominicano con la iglesia del siglo XIII, la amplia plaza central, la estación de trenes de estilo Belle Époque, divina, las ruinas del Castillo Jan Zizka, el Castillo Hluboká, a las afueras, y la Torre Negra del siglo XVI, por ejemplo, se cuentan entre sus atractivos principales.
Los trenes unen Praga con Ceské Budejovice cada hora, el viaje dura dos horas y media y cuesta 6 euros por adulto. Como ves, Praga es solo la puerta de entrada a un país de destinos hermosos y aquí tienes tres opciones que cobran mucha vida y color en verano. Te están esperando.