Treviño, tierra de iglesias excavadas en la roca

Esta semana me concentro en Castilla y León. El martes nos adentramos en el Parque Natural Cañón Río Lobo y hoy la cita es con Treviño, una localidad y condado en el que puedes hacer un paseo por la historia y la naturaleza.

Desde 1983 Treviño tiene un Conjunto Histórico Artístico que es considerado Bien de Interés Cultural y en el que destacan palacios, ermitas, puentes, fuentes e iglesias. Conozcamos a la hermosa Treviño.

Treviño

Las tierras donde hoy está Treviño están habitadas desde hace siglos pues se han encontrado restos prehistóricos que así lo atestiguan. La villa de Treviño fue fundada hacia el 1161 por el rey Sancho VI de Navarra, pero el rey de Castilla Alfonso X la conquistó poco menos de un siglo después y la villa quedó bajo jurisdicción real directa. Se convirtió en condado en el 1453, entregado así a la familia Manrique de Lara y Castilla, por entonces ya Duques de Jara.

Treviño forma parte hoy, con  La Puebla de Arganzón, el enclave de Treviño, que está a su vez situado dentro de la provincia de Álava. Ambos municipios forman algo así como una isla y desde hace tiempo quieren separarse de Castilla y León, de la que están muy lejos geográficamente, y pasar a ser vascos. De hecho Burgos está a una hora de coche y Vitoria a solo 18 kilómetros. Obviamente Castilla y León no quiere saber nada pero en 2013 se ha comenzado una nueva etapa con otro nuevo intento.

Treviño vive de la ganadería y la agricultura y comercialmente hablando está ligada a Vitoria.

Turismo en Treviño

Como dijimos, la perla de Treviño es su patrimonio histórico y artístico, pero podemos sumarle algunas perlas naturales. Empecemos por el primero cuyo corazón es el conjunto urbano fundado en 1661. El trazado del casco es medieval y hay iglesias y palacios entre los que se destacan el Palacio de los Condes de Treviño del siglo XVI, hoy funciona como Ayuntamiento, y el Palacio de los Izquierdo del siglo XVIII.

Entre ellos hay callecitas estrechas, jardines y plazas pequeñas, amén de las iglesias como la ermita de San Juan Bautista o la Parroquia de San Pedro Apóstol del siglo XIII. Dentro de la parroquia hay una imagen de la Virgen Blanca, una talla de Cristo del siglo XIV y un hermoso retablo churrigueresco.  Hay misa los domingos y festivos religiosos a la 1 de la tarde y en julio y agosto, los meses turísticos, hay horarios especiales para los visitantes que organiza el propio ayuntamiento.

A estas construcciones se suman otra ermita, la de San Roque, la fuente del siglo XV y el puente de estilo gótico que cruza el río Ayuda.  La localidad de Treviño, no el condado en sí, es una localidad construida sobre la ladera sur de un cerro que arriba de todo tiene un castillo medieval con torre barroca e iglesia parroquial, un sitio que supo ser un importante cruce de caminos.

Estando tan relacionada con el País Vasco la casa típica de Treviño es de arenisca y más que un edificio único es un grupito de construcciones cada una con su función: el ganado, la paja, los aperos. Y si agudizas la vista algunas de sus casas todavía tienen partes de adobe y madera, bien medievales.

Pero mas allá del patrimonio histórico hay algunas postales naturales que podemos conocer y que están en los alrededores. Sin necesidad de movernos muy lejos, y siempre estando en coche o en bici, podemos conocer otros pueblos, cuevas e iglesias excavadas en ellas. Sí, por ejemplo, las llamadas cuevas sagradas de Treviño.

Estas cuevas están en los valles de Treviño y la montaña Alavesa. Por aquí corre el río Ayuda y muchos arroyos formando un mapa trazado de acantilados, rocas y barrancos por los que es fácil perderse. Se han contado más de cien cuevas artificiales que los hombres han excavado durante siglos y entre ellas hay cementerios e iglesias cristianas primitivas, las mas antiguas de Euskal Herria, y que se pueden conocer si uno sale de exploración por estos lares.

Explorando precisamente se llega a algunos de los pueblos cercanos, cada uno con su pequeño encanto. Por ejemplo, está el pueblo de Faido con un sendero que trepa entre arbustos, el que nos lleva derecho a donde están las Cuevas de San Miguel y de San Julián, a la que podemos ingresar, y desde cuyo interior se ve del otro lado del barranco una iglesia tallada en la roca. Es la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña a la que también puedes llegar por un caminito empinado.

A la redonda también están las cuevas de San Torcaria y de las Gobas, más cerca del pueblo de Laño. Aquí se concentra una buena cantidad de templos y estancias rupestres, tal vez la mayor de la península ibérica, ya que la piedra blanca caliza hizo la labor muy fácil.  Estas iglesias tenían altares, sacristías y arcos pero después de vaciar por años la montaña, más bien su base, mucho terminó desplomándose. Incluso había tumbas en el suelo y era así un valle realmente santo.

¿Quienes hicieron esta gran labor? Pues no se sabe a ciencia cierta y hay cierto halo de misterio sobre el tema. Sí se sabe que hacia el siglo V llegaron a la zona ermitaños y más tarde comunidades monásticas o familias de campesinos refugiándose muchos de ellos de los musulmanes. Pero así como tallaron todo lo abandonaron en el siglo XI y se fueron a fundar pueblos, dejando un paisaje parecido a un queso agujereado con algunos sitios maravillosos, y otros a los que uno se pregunta todavía hoy cómo hacían para llegar.

Finalmente, si estamos en coche, pues podemos acercarnos a conocer otros pueblos como Markinez con sus cuevas de San Salvador y su iglesia excavada en la roca, la ermita rupestre de Santa Leocadia o la de San Juan. También está el pueblo de Arluzea donde podrás conocer la ermita de San Juan de Larrea, que fue un castillo, fortaleza pequeña pero fortaleza al fin, con torre, muros y aljibe.

Y así podemos seguir viaje hacia Sáseta y Okina con su cañón. Para conocer todo esto no te moverás más de 20 kilómetros por una tierra preciosa y desolada surcada de barrancos, torreones y cuevas. No hay gente, aunque sí muchísima historia.


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