Siempre he sido una chica de ciudad, me apasionan las grandes ciudades como Nueva York o Londres donde ya viví un año. Me gusta la naturaleza pero en su justa medida y ahora por una serie de distintas casualidades del destino he acabado viviendo en un pueblo remoto de la isla de Bali. Al principio me costó mucho adaptarme, nunca había conducido moto ni había probado el surf así que ¿Qué más podía hacer aquí?
Después de una serie de crisis personales y de pareja vuelvo a ser feliz, hago yoga, me voy a escribir cerca del mar, he aprendido a ir en motocicleta y le he cogido el gusto a hacer surf. Todo muy bonito menos una cosa: las serpientes. La presencia de serpientes en Bali no es masiva, pero sí que hay. Estaba hace unas semanas caminando por el jardín de mi casa cuando una serpiente finita pero larga me caminó por encima de los pies qué sensación tan horrorosa.
Y hace tan sólo unos días salía del lavabo del resort Desa Seni donde hacen las mejores clases de yoga de Bali cuando me topé con otra serpiente, esta vez gruesa y enorme. Por suerte pude volver a encerrarme en el lavabo hasta que pasara de largo. Según me han dicho los locales las más peligrosas son las serpientes de color verde lima, así que mucho cuidado con ellas.