Paseo por Orbaneja del Castillo

Las escapadas rurales están de moda y son una buena manera de salir de la ciudad, relajarse, respirar aire fresco y volver un poco al pasado. En España hay muchos destinos posibles y uno de ellos es la hermosa Orbaneja del Castillo.

Localidad en la provincia de Burgos nos ofrece un pasado mozárabe y cristiano, un edificio construido por los Templarios, pintorescas callejas, cascadas, una fantástica cueva y alrededores que se suman a la visita de la mejor manera.

Orbaneja del Castillo

Está en Castilla y León, en la provincia de Burgos, justo en el límite de Cantabria, en el Valle de Sedano; y tiene como marco el hermoso Cañón del Ebro.  Y es que el río ha tallado con maestría la naturaleza, y aquí y allá en el recorrido por el cañón han aparecido pueblos y mucha vegetación. La brecha del Ebro tiene unos 200 kilómetros de profundidad y sus hoces y cañones hoy son destino de recreo.

Se sitúa dentro del Espacio Natural de Hoces del Alto Ebro y Rudrón a 70 kilómetros de Burgos y a 81 del pueblo de Frías. Orbaneja del Castillo ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico en junio de 1993, y es una perla por su diseño urbano pero también por este entorno natural maravilloso de origen kárstico.

Lo cierto es que en este pueblito de Burgos supieron convivir judíos y mozárabes con cristianos durante mucho tiempo. Fue un punto en la ruta alternativa del llamado camino francés que solía pasar por San Martín de Elines y Santa María de Cervatos. Por eso los Reyes Católicos convirtieron esta aldea en villa y sus habitantes dejaron de pagar impuestos.

Hoy solo lo habitan unas 50 personas, por lo menos esa cifra arroja el censo, así que es sin duda un sitio pequeño que se termina de recorrer en poco tiempo y a pie. Lo mejor es ir en verano o primavera que es cuando se puede estar al aire libre porque en invierno hace mucho frío y el turismo decae un montón. Mientras caminas seguro vas a escuchar un constante ruido de fondo y es que la cascada está ahí nomas. Y es una señora cascada, siendo lo primero que ves apenas entras al casco.

La cascada, inmensa, caudalosa, parece emerger del medio del pueblo como si hubiera un caño allí mismo, justo entre las casitas de piedra tan pintorescas, a unos 25 metros de altura. Y aquí y allá el río ha trazado en su fuerza impetuosa terrazas de piedra, gracias al terreno tobáceo, así que la postal es preciosa. El caudal a veces es menor, depende de la época del año, pero siempre hay agua.

Las aguas son cristalinas y frías y emergen en la base de la Cueva del Agua, otra de las maravillas de la localidad, convirtiéndose en un bonito arroyo cuyas aguas son, a la postre, las que caen en la cascada de 25 metros que mencionamos antes y que fluye hacia el Ebro.

Si bien esta cueva es la más popular hay otra llamada la Cueva del Azar que esconde dentro ejemplos de arte rupestre del Período Neolítico. Ha sido declarada Bien de Interés Cultural en 1985.  Y también están la Cueva del Níspero, que tiene 3600 metros de largo y restos, esta vez, del Megalítico, y la Cueva de los Jabalíes.

Por otro lado, si bien el pueblo no tiene edificios llamativos sus calles son un atractivo en sí mismas. Las casas son simples, pero antiguas y pintorescas. Hay casas con balcones de madera, una al lado de la otra, a veces sale humo de alguna que otra chimenea, y cuando levantas la vista en algún rincón puedes ver parte del cañón, como abrazando el conjunto. Para tomar fotografías no puede ser mejor.

Los templarios construyeron aquí el Hospital de San Albín, en el siglo XVI, porque pasaba uno de los primeros caminos de Santiago, y entre las casas mas sobresalientes están la Casa de los Canes, con canecillos en sus muros y la Casa de los Marqueses de Aguilar construida sobre una plataforma rocosa en la plaza municipal. Por otro lado también verás algunas chozas redondas con falsa cúpula de rocas calizas que servían antaño para guardar utensilios de agricultura.

Si en tu andar sigues el cauce del río, pasando la cascada pero antes de llegar al Ebro, te toparás con las Pozas. No son otra cosa que estanques tallados en el lecho del cauce cuyas aguas son un color turquesa inolvidable. Si bien en otra época los baños estaban permitidos hoy en día no y es una pena porque te entran unas ganas tremendas de darte un chapuzón. Como no se puede hacer queda solo recorrer las Pozas buscando las mejores fotos en su encuentro con el río mayor.

La mejor manera de llegar a Orbaneja es en coche, así que con él siempre podemos emprender alguna otra ruta. Si tenemos coche, entonces, podemos hacer la Ruta del Cañón del Río Ebro que recorre 32 kilómetros de manera circular comenzando aquí y yendo en dirección a Escalada. El Rudrón es el hermano menor del Ebro y está encajonado entre la vegetación. Uno de los caminos más populares también es el que va entre Pesquera del Ebro y Orbaneja con 15 kilómetros.

Se hace en unas seis horas y media.  Las vistas son hermosas pues el agua verdosa se decora con águilas, alimoches, buitres y halcones peregrinos. Otra posibilidad es hacer una ruta más corta, de solo tres kilómetros.

Recorres solo parte del cañón del Rudrón, yendo paralela al río por la base del desfiladero y cruzando el pueblo de Covanera, llegando hasta la hermosa laguna del Pozo Azul. Que mas que una laguna termina siendo una galería subacuática eterna, de las mas largas de Europa.

Como ves una de las mejores actividades que puedes hacer en Orbaneja del Castillo es precisamente senderismo. Después de llegar temprano, recorrer la localidad y comer, tiene una buena gastronomía, no hay nada mejor que hacer la digestión y quemar las calorías que ingerimos, caminando. A las rutas que ya enumeramos agregamos la Senda de los Chozos de cinco kilómetros, que sale desde la Cueva del Agua, la ruta del Castillo de Orbaneja, con las mejores vistas y el Camino Natural del Ebro que puedes hacer en ambos sentidos.

Vamos, que empieza el verano y nos esperan éste y más destinos de turismo rural.


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