San Andrés de Teixido, mirando al mar

Si te gustan los paisajes dramáticos, con acantilados, mar y cielo que se funden en las nubes, Galicia nos ofrece San Andrés de Teixido. Es un destino pertrechado en las alturas, pequeño, de pocos habitantes, pero famoso por su santuario.

Así es aquí está el Santuario de San Andrés de Teixido, un famosísimo destino de peregrinación.

San Andrés de Teixido

Es una aldea que está en el municipio de Cedeira, cerca de unos impresionantes acantilados que miran al mar. Su nombre deriva de teixos, tejos, en castellano, y está ubicado a solo 12 kilómetros de Cedeira, en A Coroña. Lo habitan 50 personas nada más y está a 140 metros sobre el mar, sobre acantilados de 600 metros de alto…

A este sitio se lo conoce además con el nombre de San Andrés no Cabo do Mundo o San Andrés de Lonxe, ambas definiciones en relación a su ubicación alejada. Alejada, es cierto, pero hermosa porque el paisaje es una verdadera postal. Y una buena manera de apreciarlo es hacer la distancia entre Cedeira y San Andrés caminando, cruzando la sierra de la Capelada. ¡Qué vistas panorámicas, por favor!

No es el único camino, de hecho hay varias sendas de peregrinación que terminan en el Santuario de San Andrés de Teixido y recorrerlos implica varios días porque no hacen una ruta directa sino que cruzan por otras localidades. Pero sea el camino que elijas no te pierdas nunca la oportunidad de pisar los miradores: el A Garita da Herbeira está a 625 metros de altura y el Os Carrís a una altura un poco menor, de 425 metros, pero igual de hermoso.

Ahora bien, ¿por qué hay aquí un santuario visitado por peregrinos? Dice la historia que un día terminó allí San Andrés, estrellado con su barca contra la costa, en el encuentro de la sierra con el océano Atlántico. De hecho hay una roca aquí que parece una barca. Pasado el miedo del naufragio, decidió recompensar la vida y agradecer a Dios construyendo una iglesia y evangelizando a los celtas locales. Pero no fue tan sencillo porque la gente vivía en grupos muy pequeños y distanciados entre sí y ya veía que no podría competir con Santiago de Compostela.

La situación se complicaba un poco porque el lugar ya era un sitio de culto para los druidas quienes pensaban que era como una suerte de puerta al otro mundo, al más allá, así que la necesidad de aplastar eso con un poco de buen cristianismo era urgente. Dicen que entonces Cristo le dijo, «Quédate tranquilo, no serás menos que Santiago. Nadie entrará en el Reino de los Cielos sin haberte visitado. Y si no lo hiciera en vida, deberá recurrir muerto».

Parece que el mensaje surtió efecto porque hoy es el segundo santuario más visitado de Galicia después del de Santiago de Compostela, con miles de locales y extranjeros. El templo data del año 1785 aunque ya existía en el siglo XII. Es un sitio en el que se mezcla el cristianismo con los ritos paganos y tradiciones precristianas y eso es evidente cuando se escucha el relato de que las almas de quienes no visitaron el santuario vivos lo hacen en la forma de reptiles e insectos que abundan en los caminos que conducen al mismo.

Después de lo dicho por Cristo, esa es la leyenda principal en torno al santuario: si no lo visitas vivo lo harás reencarnado en algún insecto o reptil local o lo harás como alma en pena durante la romería que tiene lugar a comienzos de septiembre. Por eso mismo también, los peregrinos tienen la costumbre de portar y arrojar una piedra al camino para formar los «milladoiros» y saber en el Día del Juicio Final quienes cumplieron con visitar el santuario y quienes no. Así, es común ver todavía estos montones de piedras en los parajes sagrados o cruces de caminos, formados con el correr de los siglos por miles de peregrinos.

Otra tradición indica que hay que arrojar una miga de pan a la fuente de los Tres Caños, de fines del siglo XVIII, del cual se dice que es un manantial que brota desde debajo del altar. Si la miga flota el santo será bueno con nosotros y si no, pues mejor a rezar mucho. De regreso a casa te puedes llevar incluso un «sanandres«, un amuleto hecho con miga de pan sin fermentar, horneado y pintado.

Los hay de distintas formas: una mano para pedir por los estudios, una flor para el amor, una sardina para los alimentos, una barca como protección en viajes, la propia figura de santo para la amistad y la salud, una corona y una paloma para la suerte y una escalera para el trabajo. Y si no te bastan los amuletos entonces puedes llevarte Herba de Namonar que soluciona los problemas amorosos.

Todo esto forma parte de las arraigadas tradiciones que hay en torno al Santuario de San Andrés de Teixido. Recorrer a pie uno de los caminos, comprar estas figuritas de pan, visitar la ermita, rezar, acercarse a la fuente y beber de los tres caños sin apoyar las manos en la pared, pedir deseos y arrojar la miga de pan para ver si flota o no. Más que beber se trata de apoyar los labios ya que el agua no es potable.

Después de abandonar la ermita se debe ir hasta la orilla del mar para buscar la hierba poderosa si se tiene algún tema amoroso, o clavel marino o xuncos de ben parir. Con eso se vuelve al santuario y siempre, pero siempre, hay que tener cuidado con pisar y no matar ningún insecto porque todos portan las almas de quienes no estuvieron aquí cuando estaban vivos.

Lo cierto es que más allá de cumplir o no estas costumbres o que las historias relacionadas con la muerte que hoy en día ya no son tan populares, la romería es una fiesta muy alegre y tiene algo de carnavalesco en el sentido de la liberación de los deseos, la fertilidad y lo erótico. Una combinación poco cristiana pero típica del sincretismo religioso y una de las fiestas más populares de Galicia. ¡No te la pierdas!


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