Rabat Marruecos

Vista de Rabat

Rabat

Situada en la desembocadura al Atlántico del río Bu Regreg, Rabat de Marruecos es capital administrativa del país. Junto a Fez, Meknès y Marrakesh conforma el cuarteto de ciudades imperiales de la nación africana. Pese a su tamaño, con un millón y medio de habitantes, es una localidad tranquila muy diferente a la industriosa Casablanca.

Fundada en el siglo XII por el califa Abd al-Mumim sobre un antiguo asentamiento romano, está vinculada a España por un doble motivo. Por una parte, fue la ciudad donde se asentaron muchos de los moriscos expulsados de nuestro país en el siglo XVII. Y, por otra, ejerció como bastión de resistencia en las guerras contra España del XIX y principios del XX. Fruto de toda esta historia, Rabat posee numerosos monumentos, un clima agradable, te ofrece una excelente gastronomía y te permite observar unas costumbres muy arraigadas y diferentes a las nuestras. Si quieres conocerla, te invitamos a nuestro viaje.

Qué ver en Rabat de Marruecos

Todo el casco histórico de la ciudad marroquí ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Pero no solo en él tienes cosas que ver. También en otros puntos de la ciudad hay espectaculares monumentos. Vamos a visitar algunos de ellos.

Casba de los Udayas

En la misma desembocadura del Bu Regreg, puedes visitar esta alcazaba cuya edificación se remonta al Imperio Almohade (siglos XII y XIII). Como te decíamos, en ella se instalaron en el XVII unos dos mil moriscos expulsados de España dando lugar a la República independiente de Salé.

Solo duró unos veinte años. Pronto llegaron los Alahuitas para apoderarse del territorio. Es la dinastía que gobierna Marruecos desde entonces y en la casba edificaron uno de sus primeros palacios. Además de este y las murallas, llamarán tu atención la espectacular puerta de Bab el-Kébir y el jardín de los Andalusíes. También te recomendamos que veas en su interior el precioso Museo de Artes Decorativas y que disfrutes de las impresionantes vistas de la costa atlántica que te ofrece.

Exterior de la Casba de los Udayas

Casba de los Udayas

Torre Hassan

Es el único vestigio del megalómano proyecto emprendido por el sultán Yaquib al-Mansur en el siglo XII. Este pretendía construir la mezquita más grande del mundo tras la de Samarra, en el actual Irak. Sin embargo, a la muerte de ese gobernante el proyecto fue abandonado cuando solo se había edificado esta torre.

Mide cuarenta y cuatro metros de altura y, para llegar hasta ella, tienes que atravesar una plaza llena de columnas. Como curiosidad, te diremos que es del mismo estilo que la Giralda de Sevilla.

Mausoleo de Mohammed V

En la misma explanada donde está la torre, hallarás este mausoleo donde fueron enterrados Mohammed V, primer Rey de Marruecos, y sus dos hijos. Es una preciosa construcción de estilo árabe-andaluz con una fachada recubierta de mármol blanco y un tejado piramidal verde.

Las paredes interiores están decoradas con textos coránicos y con el zellige tradicional del norte de África. Se trata de una ornamentación realizada a base de pedazos de azulejos de distintos colores.

Vista de la Torre Hassan

Torre Hassan

Catedral de San Pedro

La encontrarás en la plaza de Golán de Rabat en Marruecos y se construyó a principios del siglo XX, durante el Protectorado francés del país. Encalada en blanco, presenta dos torres de aguja en su fachada y es una de las dos iglesias dedicadas al culto católico de Rabat. La otra es la de San Francisco de Asís.

El Palacio Real o Dar-al-Mahkzen

Como su nombre indica, es la residencia del monarca y lo encontrarás en el distrito de Touarga. Fue construido en el siglo XIX al estilo tradicional y con tejados a dos aguas en verde. No podrás entrar en el recinto pero la visión de sus maravillosas puertas y de todo el conjunto merece la pena.

Necrópolis de Chellah

Aunque se halla en las afueras, puedes llegar dando un paseo. Es una impresionante fortificación dentro de la cual hay un verdadero yacimiento arqueológico. En este puedes ver desde ruinas de un foro romano hasta restos de casas, un minarete, mausoleos y muchas otras piezas.

Se denomina así porque en ella construyeron su necrópolis los benimerines, un pueblo bereber que dominó la zona en el siglo XIV liderado por el sultán Abu al-Hasan.

Entrada del Palacio Real

Palacio Real

Medina de Rabat de Marruecos

No obstante, si realmente quieres ver el Rabat de Marruecos más auténtico, tienes que visitar la Medina, con sus estrechas callejuelas y sus casas blancas con techos azules. Para entrar en ella, debes atravesar las murallas almohades del siglo XII, que circundan el casco antiguo de la ciudad, por puertas como las de Bab el Alou o de Bab el Had. En su interior, tienes un verdadero zoco de pequeñas tiendas y puestos donde se compra, se vende y se regatea con casi todo.

Qué comer en Rabat

La ciudad está llena de puestos callejeros de venta de comida. Sin embargo, no te recomendamos que compres en ellos. Nunca se sabe en qué condiciones sanitarias se elaboran esos productos. Por tanto, si quieres probar la cocina de Rabat de Marruecos, te aconsejamos que vayas a cualquiera de los numerosos bares y restaurantes con que cuenta la localidad.

Su gastronomía se basa en materias primas como la pasta, los cereales, la miel, las almendras o las frutas y verduras. Con estos y otros ingredientes, los rabatíes preparan deliciosos platos que te encantarán.

Entre ellos, es inevitable que te hablemos del cuscús, que combina la sémola con verduras, pollo o cordero. También lo es hacer referencia al kebab y al Tajín, aunque este último no es una receta, sino cualquier cosa que se prepare en este tipo de recipientes de cerámica.

Menos conocidos son platos como la harira, una sopa de carne, legumbres y tomate que se prepara mucho durante el Ramadán; la bissara, un puré de habas; la kefta, con carne picada, cebolla, ajo, picante y otros ingredientes, o el zaaluk de berenjenas, que lleva, además de este fruto, limón, cilantro y salsa de tomate. Sin embargo, uno de los platos más típicos de Rabat es la pastilla de pichón, similar a nuestra empanada.

Un plato de zaalouk de berenjenas

Zaalouk de berenjenas

Respecto a los postres, la cocina de la zona es muy dulce, para lo cual usa principalmente los dátiles y la miel. Entre estos productos, destacan los cuernos de gacela, una galleta con almendras; la seffa, una suerte de cuscús dulce; el sfenzh, parecido al dónut occidental, y los briwat o pasteles.

Por otra parte, la bebida por excelencia en Rabat de Marruecos es el té verde con menta. Es toda una tradición, hasta el punto de que, si te lo ofrecen, no debes rechazarlo nunca, pues se considera una falta de respeto. También consumen leben, una leche agria; zumo de naranja y leche de almendras.

Cuándo ir a Rabat de Marruecos

La ciudad alauita presenta un clima mediterráneo templado. Los inviernos son agradables, con temperaturas medias que rondan los doce grados y con frecuentes lluvias y vientos.

Por su parte, los veranos son cálidos pero no demasiado calurosos, ya que la brisa del mar suaviza el clima. En esta época, las temperaturas medias se hallan en torno a los veintidós grados, aunque también se registran otras bastante más elevadas.

Por todo ello, los mejores momentos para que viajes a Rabat en Marruecos son la primavera y el otoño. Los días son muy agradables y no encontrarás tanto turismo como en verano.

Vista del Mausoleo de Mohammet V

Mausoleo de Mohammet V

Cómo llegar a Rabat

La ciudad cuenta con el aeropuerto de Rabat-Salé, que está a siete kilómetros. La mejor forma de llegar hasta tu alojamiento en la localidad es el autobús, que te deja al lado de la estación de tren.

Una vez en la ciudad y para moverte por ella, también tienes autobuses. Pero más curioso es su servicio de taxi. Puedes elegir tres tipos: el petit taxi, pequeños coches pintados de gris y azul; el grand taxi, vehículos con más plazas pero compartidas, y el bici-taxi. No obstante, en cualquiera de ellos tendrás que regatear. Puedes acabar pagando la mitad de lo que te habían pedido.

En conclusión, Rabat es una mezcla de tradición y modernidad que te fascinará. Cuenta con preciosos monumentos, exquisita gastronomía y unos preciosos paisajes.


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