Catí

Catí

Situada en plena comarca castellonense del Alto Maestrazgo, la villa de Catí es toda una sorpresa para el viajero. Porque esta preciosa localidad, repoblada en el siglo XIII, tuvo gran importancia durante el Medievo y ha conservado buena parte de su patrimonio monumental.

De hecho, su casco antiguo de calles estrechas y edificios con escudos nobiliarios ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico. Además, posee algunas de las construcciones góticas más bonitas de toda la Comunidad Valenciana. Incluso cuenta con su peculiar dialecto, llamado por quienes lo usan el hablar catinense. Si a todo esto sumas una naturaleza exuberante y maravillosa, tienes todos los motivos para visitar Catí. Vamos a explicártelos en detalle.

La iglesia parroquial

Iglesia de Catí

Iglesia parroquial de la Asunción

La construcción religiosa más importante de esta villa levantina es su iglesia de la Asunción de María, declarada Bien de Interés Cultural. Fue edificada entre los siglos XIII y XIV con mampostería y sillares. De hecho, combina elementos románicos con otros de estilo gótico, aunque predomina este último.

Al primero, en cambio, pertenece la puerta secundaria de entrada al templo, con una decoración zoomórfica entre cuyas figuras destaca un dragón. En su interior, la iglesia consta de una sola nave dividida en cuatro tramos separados por arcos diafragmáticos. No obstante, con el tiempo, se le añadieron capillas laterales.

Entre estas, destaca la de la Comunión, construida en el XVIII y decorada con preciosos frescos del pintor barroco Pascual Mespletera que representan motivos eucarísticos. Pero el principal templo de Catí aún nos guarda algunas sorpresas. De hecho, una reforma hecha hace diez años dejó al descubierto una bóveda de cañón tabicada y decorada con la técnica del esgrafiado.

Asimismo, puedes ver en él un impresionante tesoro patrimonial. Entre sus piezas, destaca el Retablo de San Lorenzo y de San Pedro de Verona, fechado en el Medievo y obra de Juan Rexach. A la misma época pertenece el llamado Peiró dels Avinyó, en su caso, una cruz funeraria. Y, respecto a la orfebrería, destacan la Cruz Procesional Mayor del siglo XV debida al morellano Joan Santalinea y una Custodia eucarística del XVIII obra de Antonio Piñol.

Otras construcciones religiosas de la localidad

Ermita de Santa Ana

La ermita de Santa Ana

No es la iglesia de la Asunción de la Virgen el único monumento religioso que debes ver en la localidad castellonense. Además, como los otros templos se hallan a las afueras de la villa, podrás aprovechar la visita para recorrer sus preciosos alrededores y practicar el senderismo. Es el caso de la ermita de la Mare de Deu de l’Avellá, hasta la cual tienes una bonita ruta. De hecho, se encuentra a unos cinco kilómetros de Catí y a casi mil metros sobre el nivel del mar. Se trata de un paraje donde existe un manantial del que brotan aguas ricas en minerales debido a lo cual dispone de un balneario.

En cuanto al templo propiamente dicho, su fachada sobria y blanca no te hará suponer lo que te espera en el interior. Porque cuenta con una decoración exuberante de pinturas al fresco obra de Pascual Espletera, artista que ya te hemos mencionado anteriormente, y de Francesc Blasco.

En la ruta que te lleva hasta l’Avellá, a medio kilómetro de Catí, está la ermita de Santa Ana, construida en el siglo XV y de formas sencillas. No obstante, alberga un altar neoclásico y pinturas murales que representan grotescos

Por otra parte, también para llegar a la ermita de San Vicente tendrás que hacer un buen camino, ya que se halla en el punto más elevado de la sierra homónima. En su caso, se trata de un templo construido en el siglo XVII, aunque sus formas parecen románicas. Desde ella, tienes unas impresionantes vistas que abarcan desde el municipio de Chert hasta el de Tirig. Y lo mismo podemos decirte del templo de la Virgen del Pilar, que se encuentra a medio camino entre Catí y el empalme de Benasal. Esta ermita se construyó en el siglo XVII y destaca por su tejado a dos aguas y su espadaña. Asimismo, tiene adosada la llamada casa del ermitaño, que se utilizó como escuela.

Finalmente, como hemos aprovechado este recorrido por otras iglesias de Catí para hablarte de senderismo, te recomendamos también las rutas que te llevan hasta los parajes de los ríos Molinell y Montlleó. Pero ahora tenemos que ocuparnos de los monumentos civiles que te ofrece la villa castellonense.

La Lonja o Casa de la Villa

Lonja de Catí

Casa de la Villa o Lonja de Catí

Esta preciosa construcción de principios del siglo XV es uno de los mejores ejemplos conservados del gótico civil valenciano. Fue obra de Bernat Turó de Triguera, al que ayudaron sus hijos y con quien colaboraron famosos canteros como Jaime Sans. Exteriormente, destaca por sus dos grandes arcos apuntados, sus ventanas estrechas de tipo medieval y la piedra labrada de su fachada.

En cuanto al interior, la antigua sala del consejo, donde se reunían los dirigentes del pueblo, también se sustenta en arcos apuntados y dispone de un precioso artesonado en su techo. Además de como Ayuntamiento, ha servido para diferentes funciones. Por ejemplo, ha sido depósito de trigo, prisión e incluso carnicería. Pero, actualmente, se utiliza para eventos culturales.

Las murallas y las casas señoriales

La Casa de Joan Espígol

Casa de Joan Espígol, una de las más bonitas de Catí

Todavía conserva Catí una pequeña parte de sus antiguas murallas medievales. Fueron construidas por Pedro el Ceremonioso, rey de Aragón, para defender la villa durante su conflicto contra Pedro I de Castilla (la llamada, no sin humor, Guerra de los Dos Pedros, que se desarrolló entre los años 1356 y 1369). Cerca de la Font Vella tienes un lienzo de ellas y también puedes ver fragmentos que se aprovecharon para construir algunas casas.

Esto nos lleva a hablarte de otras construcciones señoriales de la villa Castellonense. Destaca entre ellas la Casa Miralles, igualmente edificada en el siglo XV y separada de la de la Villa por el Callejón del Viento. También se la conoce como palacio de San Juan porque quien mandó construirla fue el mercader Ramón San Juan, que contrató para ello al cantero santanderino Pedro Crespo.

Edificada con sillar, es un perfecto ejemplo de arquitectura civil gótica. Así puedes apreciarlo, por ejemplo, en sus ventanas geminadas y divididas por parteluces. Sin embargo, el remate de la fachada presenta decoración neoclásica del siglo XVIII. Pero el elemento decorativo que más llamará tu atención es un reloj de sol ubicado en la propia fachada.

Más humilde es la Casa de los Montserrat. Es, asimismo, gótica, aunque ha sufrido tantas reformas que apenas se identifican los rasgos de ese estilo. Sin embargo, en su parte posterior dispone de una bonita rejería artesanal. Y, sobre todo, dentro se articula en torno a una escalera cubierta mediante una linterna.

Finalmente, dentro del casco histórico tienes la Casa de Joan Espígol y otras construcciones señoriales. Pero, si quieres dormir en una auténtica casona tradicional levantina, a las afueras de la localidad tienes opciones como Mas Vell, Mas del Rey o Mas d’Oncell.

Los escudos nobiliarios de Catí

escudo en una casa

Escudo en la casa de la calle San Juan

Junto a todo lo que te hemos mostrado, la localidad castellonense tiene un peculiar rasgo distintivo. Se trata de los numerosos escudos heráldicos repartidos por sus calles, que son muestra de su esplendoroso pasado. Hay tantos que, por sí mismos, están catalogados como Bien de Interés Cultural.

En la propia iglesia parroquial tienes varios. Pero, sobre todo, destacan los de las casas señoriales. Entre estos, el del antiguo Hospital de San Cosme y los de las casas de la Abadía o de Sans. Incluso algunas de estas viviendas presentan emblemas e inscripciones aún más antiguas. Por ejemplo, la casa del mercader Jerónimo Martí y la de la calle San Juan.

Fiestas y gastronomía de la villa castellonense

Buñuelos

Un plato de deliciosos buñuelos

Par terminar nuestro viaje a esta preciosa localidad de la provincia de Castellón, nos centraremos en sus festejos y en sus platos típicos. En cuanto a los primeros, el patrón de la villa es San Martín de Tours y las fiestas en su honor se desarrollan en torno al once de noviembre.

Sin embargo, no son las mayores de Catí. Estas tienen lugar a mediados de agosto en honor a la Asunción (15 de agosto), pero también a San Roque y a San Cristóbal. Duran varios días y acogen verbenas, pasacalles y otras actividades lúdicas. También son importantes las de San Antonio en enero, de San Vicente en la segunda semana de Pascua y de la Juventud, que suelen ser a mediados de julio.

No obstante, hay un evento festivo que sobresale en la villa castellonense. Se trata de la romería a la ermita de la Virgen de la l’Avellá, que tiene lugar, justamente, el lunes de Pascua. Pero no debes confundir este acto con la fiesta en honor a la Virgen, pues esta tiene lugar el ocho de septiembre con una procesión.

Por otro lado, la gastronomía de Catí se basa en productos contundentes de la sierra del Maestrazgo. Así, se preparan excelentes ternascos y cabritos al horno. Pero, quizá destaquen más el guisado de vaquetes (un tipo de caracol) y las patates farcides. No obstante, si por algo es famosa la villa levantina es por sus quesos, caracterizados por un intenso sabor. Igualmente, son populares los embutidos de la zona como la longaniza y el salchichón. Sin olvidar su deliciosa miel. Justamente, en cuanto a lo dulce, tienes que probar los buñuelos, los pastissos de confitura y la cuajada o el requesón con arrope.

En conclusión, te hemos mostrado lo principal que puedes ver y hacer en Catí. Como has podido apreciar, es mucho lo que te ofrece esta preciosa villa levantina. Solo nos resta aconsejarte que, si la visitas, también te acerques a otras hermosas e históricas localidades de la provincia que están cerca como Morella o Castellfort. Anímate a disfrutar de esta privilegiada zona de España.


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