Las leyendas de Roma hunden sus raíces en los mismos orígenes de la Ciudad Eterna. Como sabrás, su propia fundación tiene una historia legendaria detrás, la de Rómulo y Remo. Pero, además, una urbe con tanta historia debe albergar muchos otros relatos míticos que te fascinará conocer.
No podremos contártelos todos, pero sí te aseguramos que las historias que vamos a narrarte forman parte de las más preciosas leyendas de Roma y que disfrutarás conociéndolas. No en balde, contienen historias relacionadas con los primeros reyes, con los grandes emperadores de la época clásica y con la oscura Edad Media de la preciosa ciudad italiana (aquí te dejamos un artículo sobre sus monumentos). Pero, sin más preámbulos, vamos con los mejores relatos míticos sobre la Ciudad Eterna.
Las leyendas de Roma, desde la fundación de la ciudad
Como te decíamos, el propio origen de Roma tiene un trasfondo mítico. Pero igualmente lo tiene el famoso episodio del rapto de las sabinas, gracias al cual creció la primitiva villa romana en la noche de los tiempos. Vamos con todo ello.
La leyenda de la fundación de Roma
Los orígenes míticos de Roma se sitúan en torno al siglo VIII antes de Jesucristo. Sin embargo, esta leyenda de Roma comienza todavía antes. Ascanio, hijo de Eneas, el héroe troyano, fundó a orillas del Tíber la ciudad de Alba Longa.
Muchos años después, el rey de esta urbe se llamaba Numitor y su hermano Amulio lo destronó. Pero no se quedó ahí la felonía de este. Para que el primero no tuviera descendencia que pudiera reclamar el trono, obligó a su hija, Rea Silvia, a convertirse en vestal, lo que le imponía permanecer virgen. Sin embargo, el malvado Amulio no tuvo en cuenta la voluntad del dios Marte.
Éste dejó embarazada a Rea de los mellizos Rómulo y Remo. Sin embargo, cuando nacieron, por miedo a que el perverso rey los asesinase, fueron introducidos en una canasta y dejados en el propio río Tíber. La cesta encalló ya muy cerca del mar, próxima a las siete colinas, donde fue vista por una loba. Esta rescató y amamantó a los niños en su guarida del monte Palatino hasta que fueron encontrados por un pastor, quien los llevó a su casa, donde fueron criados por su esposa.
Ya adultos, los dos jóvenes destronaron a su vez a Amulio y repusieron a Numitor. Pero lo que más nos importa para nuestra historia es que Rómulo y Remo también fundaron una colonia de Alba Longa a orillas del propio río, justamente donde la loba los había amamantado, y se proclamaron sus líderes.
No obstante, el debate por el lugar exacto donde había de crearse la nueva ciudad dio lugar a una trágica disputa entre ambos que terminaría con la muerte de Remo a manos de su propio hermano. Según la leyenda, Rómulo se convirtió así en el primer rey de Roma. Si hemos de hacer caso a los historiadores de la Antigüedad, corría el año 754 antes de Cristo.
El rapto de las sabinas, otra popular leyenda romana
También a la época de Rómulo pertenece la historia del rapto de las sabinas, otra de las leyendas de Roma que más popularidad han tenido. Se dice que el fundador de la ciudad aceptaba a cualquiera venido del Lazio como nuevo ciudadano con objeto poblarla.
Sin embargo, eran prácticamente todos hombres, con lo que era imposible el crecimiento de Roma. Se fijó entonces Rómulo en las hijas de los sabinos, que habitaban en la cercana colina del Quirinal y se propuso secuestrarlas.
Para hacerlo, organizó una gran fiesta e invitó a sus vecinos. Cuando los sabinos estaban lo suficientemente aturdidos por el vino, raptó a sus hijas y se las llevó a Roma. Pero la historia no termina ahí.
Entretanto, había dejado al mando de la ciudad a Tarpeya, quien estaba enamorada del rey de los latinos. Como estos habían declarado la guerra a Roma tras el secuestro de sus hijas, la muchacha pactó con el monarca que le mostraría una entrada secreta a la ciudad si le daba a cambio lo que tenía en su brazo izquierdo. Se refería a un brazalete de oro, pero, cuando los sabinos hubieron conocido ese acceso oculto a Roma, el rey mandó a sus soldados que aplastasen a Tarpeya con sus escudos, cargados, precisamente, sobre sus brazos izquierdos.
No obstante, el final de esta historia tiene otra variante. Dice que los romanos, enterados de la traición de la joven, la arrojaron por un precipicio que, justamente desde entonces, se llamó la roca Tarpeya.
Finalmente, se produjo el choque entre sabinos y romanos. O, mejor dicho, no llegó a suceder porque las muchachas raptadas se interpusieron entre ambos ejércitos para detener el combate. Si vencían en él los romanos, perderían a sus padres y hermanos, mientras que, si lo hacían los sabinos, se quedarían sin esposos. Así, se firmó la paz entre ambas ciudades.
El callejón de los Mazzamurelli
Si visitas el Trastevere romano, encontrarás una pequeña calle que, partiendo de la iglesia de San Crisógono, llega hasta la de San Gallicano. Este callejón es el de los Mazamurelli. Pero, ¿quién son estas criaturas que incluso tiene una vía en Roma con su nombre?
Podríamos identificarlos con esos pequeños genios traviesos que forman parte de todas las mitologías del mundo. Serían una especie de elfos que disfrutan haciendo pequeñas trastadas a los viandantes y, por supuesto, a quienes tienen su domicilio en esa calle.
De hecho, una de las historias que componen esta leyenda dice que allí vivía un hombre que tenía fama de mago por ver criaturas sobrenaturales. La casa de esta persona aún se conserva en la vía y se dice que está embrujada.
Sin embargo, no todo es malo en torno a los mazzamurelli. Para otros narradores de esta leyenda de Roma, son criaturas benéficas que están consagradas a proteger a los vecinos de la calle que lleva su nombre.
El castillo de Sant’Angelo, escenario de muchas leyendas de Roma
Además de uno de los monumentos más relevantes de la Ciudad Eterna, el castillo de Sant’Angelo cuenta con numerosas leyendas. Construido para que fuera mausoleo del emperador Adriano, cuenta con casi dos mil años de historia. No te extrañará, por tanto, que haya sido escenario de numerosas historias legendarias.
La más popular de ellas es la causante de su nombre. Nos hallamos en el año 590 de nuestra era. Una asoladora epidemia de peste había caído sobre Roma y el papa Gregorio Magno organizó una procesión. Cuando esta se acercaba al castillo, apareció sobre él un arcángel que tenía en sus manos una espada para anunciar el final de la epidemia.
Por ello, no solo el castillo se denomina de Sant’Angelo, sino que además, se construyó en su cima la figura de un arcángel que, tras haber sufrido varias restauraciones, todavía puedes ver hoy.
El Passetto di Borgo
No nos alejamos mucho de la construcción anterior para descubrir otro de los puntos romanos que están llenos de leyendas e historias míticas. Este passetto o camino amurallado une, precisamente, el castillo de Sant’Angelo con el Vaticano.
Apenas tiene ochocientos metros, pero ha sido escenario de todo tipo de fugas de papas y otros clérigos que buscaban esconderse en tiempos de guerras y saqueos. No obstante, la leyenda dice que, quien lo cruce setenta veces, verá cómo se terminan todos sus problemas.
Tan legendaria es la historia del passetto di Borgo que ha aparecido en numerosas películas, series de televisión e incluso en vídeojuegos.
La isla Tiberina
Terminamos nuestro recorrido por las leyendas de Roma en esta isla, que todavía hoy puedes ver en medio del Tíber. Presenta forma de barco y apenas mide 270 metros de longitud y 70 de anchura. Sin embargo, ha sido motivo de historias míticas desde tiempo inmemorial.
De hecho, estas afectan a su propia aparición. Se dice que el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, fue arrojado al río por sus propios conciudadanos. Había sido un corrupto que les robaba incluso el trigo. Al poco de este suceso, comenzó a aparecer la isla y los romanos pensaron que se había originado gracias a los sedimentos acumulados en torno al cuerpo del monarca, buena parte de los cuales era, justamente, el trigo que había robado.
Por todo ello, la Tiberina siempre sembró temor entre los ciudadanos de Roma. Esto duró varios siglos hasta que, durante una epidemia de peste, apareció en ella una serpiente (símbolo de la medicina) que terminó con la enfermedad. Como agradecimiento, los romanos construyeron un templo en honor a Esculapio en la isla y dejaron de tener miedo a visitarla. Te recordamos que esta figura era, precisamente, el dios romano de la medicina.
En conclusión, te hemos contado algunas de las más populares leyendas de Roma. Sin embargo, una ciudad tan antigua como esta debe tener por fuerza muchas otras. Entre las que nos han quedado en el tintero y quizá te contemos en otro artículo están la que se refiere al emperador Nerón y la basílica de Santa María del Pueblo, la de los dioscuros Cástor y Pólux, la de la Boca de la Verdad o las muchas que tienen como protagonista a Hércules.